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Globalización y homogeneidad cultural: algunas consideraciones

La globalización sigue siendo, sin lugar a dudas, el gran tema de los tiempos que corren. Esto no es de extrañar, puesto que casi todos (si no todos) los ámbitos del quehacer y discurrir humanos: los avances tecnológicos, la miseria, los conflictos bélicos, la fortuna, las comunicaciones, las ideas y, claro está, la economía, parecieran no sólo formar parte inamovible y constitutiva del proceso de globalización, sino, además, ser el resultado directo o indirecto del mismo. Como si de un complicado engranaje se tratara, la globalización y sus componentes se reclaman mutuamente la una con los otros.

Pero, ante todo, ¿qué es la globalización? Responder a esta pregunta constituye, desde luego, una de las empresas menos gratificantes que podamos concebir. Sin embargo, y a pesar de lo escurridizo que pueda resultar el concepto de “globalización”, todo el mundo es capaz de dar un ejemplo de la misma. Para unos, la globalización se hace patente en la movilidad sin precedentes de la cual gozan el dinero y los bienes de consumo. Para otros, es un ejemplo paradigmático de globalización la posibilidad de que cualquier persona en cualquier lugar del mundo sea capaz de comunicarse en tiempo real (quizá a través de la Internet) con las antípodas. Otros aún, ven en la homogeneización cultural (también llamada colonialismo cultural) una clara manifestación del proceso de globalización.

Ahora bien, ¿si la globalización consiste (entre otras cosas) en una homogeneización cultural, entonces nos las estamos viendo con un proceso de vieja data? Sin duda, baste aquí con citar la adopción del alfabeto latino por buena parte de los pueblos europeos. La globalización cultural es un fenómeno que nació con la humanidad y que se ha incrementado con creces desde los albores de esta misma. Pero si la globalización es un proceso que se viene desarrollando desde hace tiempo, entonces el verdadero signo de la época en la que vivimos, el verdadero sentido de la globalización, está en la nueva conciencia de que existe la globalización.

Por cierto que con caracteres latinos están escritas las consignas de los detractores de la globalización, el movimiento “no global”, cuya participación en manifestaciones como las de Seattle o Génova constituyen uno de los eventos más globalizados del mundo. Sin poner en cuestión las buenas intenciones o los argumentos de peso que este grupo pueda esgrimir en contra de la globalización, resulta paradójico que sus integrantes (distribuidos en cada rincón del planeta) se valgan de las bondades de la globalización (medios de comunicación y de transporte, idiomas, entre otros) para atacarla.

En todo caso, se continúa hablando de “colonialismo cultural”, en cuanto es uno de los resultados de la globalización. De hecho, es un ejemplo recurrente de este el que sea posible conseguir una botella de Coca Cola en cualquier rincón del planeta. Pero este es un ejemplo engañoso. Es cierto que es posible beber Coca Cola en la India, pero el verdadero problema está en si esta es consumida por la gente local. Según las estadísticas, los estadounidenses consumen al año alrededor de 380 botellas de Coca Cola per cápita, mientras que en la India, se consumen al año tan sólo cuatro botellas per cápita. Y nos preguntamos junto al escritor y ensayista italiano, Alessandro Baricco, en Next: ¿por qué los pocos que consumen la conocida gaseosa valen más a la hora de formarse un juicio sobre el colonialismo cultural, que los miles de personas que no la han introducido en su dieta? No negaremos que en cierta medida las diversas culturas se han uniformado. Pero más que hablar de colonialismo, se debería hablar de una multiplicación de las opciones. Estas están ahí, uno las toma o las deja.

Ahora bien, la homogeneización de la cultura no puede ser considerada un mal en sí misma. Esta es una opinión que debe ser matizada. En este sentido, nadie negará que la adopción de los Derechos Humanos sea un bien para toda la humanidad. Y, con todo, existe resistencia de parte de ciertos sectores (sobre todo asiáticos) que rechazan su adopción porque esto constituiría una clara “occidentalización” de sus culturas. Aunque no entraremos en detalles al respecto, bien sabemos, como lo señala el premio Nóbel de la paz, de 1998, Amartya Sen, en su obra, Globalización y libertad, que las ideas que han inspirado a Occidente en estos dos últimos siglos, es decir, la libertad individual y la democracia, entre otras, no son patrimonio exclusivo de éste. Es posible constatar la existencia de pensadores asiáticos que han propugnado por valores que hoy en día cualquiera reconocería como “Occidentales”, pero que, de hecho, pertenecen al acervo cultural de Asia.

Irónicamente, los problemas ligados hoy en día a la globalización surgen por una falta de mayor homogeneidad. Tenemos un buen ejemplo de esto en las conversaciones que se han venido sosteniendo con respecto al proyecto del ALCA, en las que se critica el doble discurso de ciertos interlocutores, para los cuales, las reglas aplicables a unos no son aplicables a otros. Nos referimos concretamente a la diferencia en materia de subsidios y aranceles que ha surgido entre las diversas naciones en cuestión. O todos subsidian, digamos, la agricultura, o todos dejan a los agricultores a su suerte. El problema surge cuando unos mantienen el subsidio a la agricultura y piden que otros la eviten.

De hecho, según La globalización y sus detractores, de Joseph Stiglitz, profesor de economía en Columbia University y asesor de Bill Clinton en la Casa blanca desde 1997 hasta 2000, esta falta de uniformidad se ha visto reflejada en la actitud tanto de la burocracia internacional como de los funcionarios de los países ricos, que no han mostrado la voluntad política e institucional necesarias para echar a andar los proyectos de desarrollo de las naciones menos aventajadas. No ponemos en duda las bondades y los beneficios que la globalización ha traído consigo, pero las personas que tienen el poder deberían esforzarse por llevar a cabo la promesa de que el desarrollo económico es posible. Y esto sólo será posible cuando las reglas del juego estén claras y sean aplicadas a todos por igual.

Lo cierto es que la globalización llegó para quedarse, y bajarse ahora del tren podría resultar más perjudicial que no haberse montado nunca. Reconocemos que la pérdida de expresiones, costumbres y formas de vida locales, constituye una lamentable pérdida no sólo para los grupos que se ven afectados, sino para la humanidad en general. Pero debemos considerar también las bondades propias de una homogeneización cultural. Lo ideal sería conseguir un punto medio en el que pudieran convivir y retroalimentarse todas las expresiones culturales.

No quisiéramos finalizar sin traer a colación el último informe sobre globalización, publicado en abril por la revista Foreing Policy, según el cual, la globalización, lejos de haber retrocedido, se ha mantenido en todo el mundo, aun en aquellas regiones menos aventajadas económicamente. Sin duda, la globalización es un fenómeno con el que tendremos que aprender a vivir. Quizá sea la hora de dejar los ataques y empezar a buscar el modo de mejorar las condiciones en las que este fenómeno se manifiesta.

2 comentarios sobre “Globalización y homogeneidad cultural: algunas consideraciones

  • el marzo 8, 2018 a las 5:55 pm
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    SI BIEN ES CIERTO, QUE VIVIMOS UN CRECIENTE PROCESO DE GLOBALIZACIÓN, Y QUE ESTE HA TRAIDO COMO CONSECUENCIA LA HOMOGENEIZACIÓN DE LA CULTURA. COMO LO MENCIONA EL ARTÍCULO, NO ES UN MAL PARA NADIE QUE SE ADOPTEN DERECHOS HUMANOS QUE NOS BENEFICIEN. NO OBSTANTE, EL PROCESO GLOBALIZADOR NO QUEDA ALLÍ, SE EXTIENDE A OTRAS ÁREAS QUE TAMBIÉN AFECTAN AL SER HUMANO, ES DECIR LA ECONOMÍA,POLÍTICA Y LA CONTABILIDAD. ACTUALMENTE, VENEZUELA SE HALLA ANTE UN INMINENTE PROCESO DE ADOPCIÓN DE NORMAS INTERNACIONALES DE CONTABILIDAD Y DE AUDITORIA, LO CUAL LE CONFERIRÁ A NUESTRO PAÍS LA OPORTUNIDAD DE INGRESAR A MERCADOS INTERNACIONALES, PROPORCIONANDO INFORMACIÓN FINANCIERA ELABORADA DE CONFORMIDAD A ESTANDARES INTERNACIONALES.

  • el marzo 8, 2018 a las 5:56 pm
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    panama, 22 de abril 2005

    Para nosotros la globalización, a generado un cambio estructural a todos los niveles (economico, politicos, educativos…ect.,), para nuestros pueblos latino el impacto ha sido muy transendental cambiando los viejos esquemas y habriendo las oportunidades de comercio y cultura y un gran apertura donde como siempre las grandes potenica son las que salen beneficiadas.La problematica es que mientras no haya una justa repartición de las riquezas dentro de la sociedad es algo que desfavorece a nuestros pueblo, que nos veremos con punto opusto donde unos ceran mas ricos y otros mas pobres. deberán nuestros gobiernos a ser más equilibrados para que se sienta realmente la ventaja de la globalizacion.

    Por: Licda.Carmela Puerta, [email protected], de Panamá. Gracias

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